lunes, marzo 26, 2007

la puta memoria sensorial

La boca me sabe a sangre y hace mucho que nadie me ha pegado. Las marcas del cuerpo están borradas y no veo fantasmas al mirarme al espejo; sólo antes de dormir, pero eso es diferente. Contarlo no sirve de nada, más bien de todo, de demasiado. El espacio de seguridad que separa a los personajes en esta obra de teatro ha sido quebrantado. El escenario es ya un lugar demasiado pequeño y concurrido; y estoy cansada de facturar maletas.

Las tarjetas de embarque son chicles para el mareo con sabor a Barcelona, a Londres, o al Círculo Polar, porqué no? Pero no al Parque Wells de hace un año, sino al del próximo o el otro. No al Londres donde cruzamos la barrera y caí desde el precipicio a la moqueta con olor a rancio de la habitación de mi mejor amigo; a ese no. Es otro sabor, a Maniatan quizás, o a cualquier otro lugar por inventar. Y sé que tengo un par de huevos por hacerlo, aunque ningún actor de la obra se haya dado cuenta.

La memoria sensorial,…a veces te la juega. A veces huele a ti, o a nosotros; y no hay incienso que valga. El ambientador que me regalaron ayer no llega al olor de mis recuerdos.

Me he puesto una sonrisa nueva, y puede que no sea casualidad. Dejé de hacer monólogo a la luna y me he vuelto a emborrachar. Hay narices rojas para todo el que quiera subir; o no, puede que no. Quizás sea mejor así. Son curiosas las distancias en este espectáculo, no sabes lo cerca que estás hasta que te rebanan el cuello…pero ya voy sabiendo.

El sabor a sangre reseca de encía, corazón y dignidad partida sigue en mi boca. Ya voy sabiendo, pero aún me da miedo viajar a Paris.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Oye! A París tienes que volver y reinventarlo! Ya verás que lo amas tanto que te quedarás con ese recuerdo...

Anónimo dijo...

A París hay que amarla, siempre.
Pero tiempo al tiempo, quedémonos en Manhattan hasta que sea el momento de regresar a pasear al Sena con las bocas sabiendo a café con leche.

fdo. ParisinaBel

Anónimo dijo...

Valiente.

Lu.