miércoles, marzo 28, 2007

Naúseas

He estado pensando en tí y ahora tengo un nudo en el estómago. No sé si será amor, o es la cena que no me sentado bien. Da igual, las dos cosas me dan ganas de vomitar.






-Yo nunca miento.
-Que rotundidad!
-rotundidad? acaso tu me mientes?
-Yo? Por supuesto que no! Aún no te quiero lo suficiente como para mentirte!


A él se le cayó la mirada a trocitos sobre las sábanas, ella la recojió con la mano y se la devolvió. le había dado permiso para estar cerca no para quererla.

lunes, marzo 26, 2007

la puta memoria sensorial

La boca me sabe a sangre y hace mucho que nadie me ha pegado. Las marcas del cuerpo están borradas y no veo fantasmas al mirarme al espejo; sólo antes de dormir, pero eso es diferente. Contarlo no sirve de nada, más bien de todo, de demasiado. El espacio de seguridad que separa a los personajes en esta obra de teatro ha sido quebrantado. El escenario es ya un lugar demasiado pequeño y concurrido; y estoy cansada de facturar maletas.

Las tarjetas de embarque son chicles para el mareo con sabor a Barcelona, a Londres, o al Círculo Polar, porqué no? Pero no al Parque Wells de hace un año, sino al del próximo o el otro. No al Londres donde cruzamos la barrera y caí desde el precipicio a la moqueta con olor a rancio de la habitación de mi mejor amigo; a ese no. Es otro sabor, a Maniatan quizás, o a cualquier otro lugar por inventar. Y sé que tengo un par de huevos por hacerlo, aunque ningún actor de la obra se haya dado cuenta.

La memoria sensorial,…a veces te la juega. A veces huele a ti, o a nosotros; y no hay incienso que valga. El ambientador que me regalaron ayer no llega al olor de mis recuerdos.

Me he puesto una sonrisa nueva, y puede que no sea casualidad. Dejé de hacer monólogo a la luna y me he vuelto a emborrachar. Hay narices rojas para todo el que quiera subir; o no, puede que no. Quizás sea mejor así. Son curiosas las distancias en este espectáculo, no sabes lo cerca que estás hasta que te rebanan el cuello…pero ya voy sabiendo.

El sabor a sangre reseca de encía, corazón y dignidad partida sigue en mi boca. Ya voy sabiendo, pero aún me da miedo viajar a Paris.

viernes, marzo 16, 2007

Manhattan

Soy una persona de librerías más que de bibliotecas. Igual que soy de historias de amor fugaces más que de affairs de una noche, aunque esas historias duren menos de una noche. Nunca me ha gustado eso de tomar prestados a los libros, ni a las personas. La fecha de caducidad de las relaciones sean éstas con personas o no, me impide caer en el estrepitoso y atractivo mundo de la imprevisibilidad y la improvisación.

Puedo pasar horas curioseando entre estantes, normalmente ordenados caóticamente sin otro criterio que la primera letra del apellido del autor. En medio de ese caos que son las ciudades y las librerias a veces te cruzas con un ejemplar que parece interesante, ejemplar de hombres, quiero decir; la mayoría de las veces no.

Es mejor así, encontrar por azar que buscar. Las relaciones no se buscan, no se aplican criterios ni parámetros de busqueda para encontrar el ejemplar más idóneo en el encabezamiento de materia correspondiente: JFEC 2319, Segundo pasillo a la derecha, último estante, tercera balda; sección Economía de Mercado, Oferta. "El estudio de la Oferta en los nuevos países capitalistas" John Frank, 2001. Granada, Facultad de Filosofía, último curso, con experiencia erasmus, pelo largo, mínimo 1'80m, imprescindible que le guste Sabina.

Sería demasiado fácil y demasiado aburrido. Igual de aburrido que esos catálogos de solteros que inundan la web.

No. Yo soy de las de librerías, de las que encuentran por casualidad, de las que no ponen fecha de caducidad para dejar abierta la puerta a una posible historia de amor, con un libro, se entiende. De las que lo subrayan y lo llenan de frases para releer algún día sino decido borrar su número de teléfono, trás una desastroza cita.

El último ha sido Charlie, un tipo que inventó un lugar llamado Manhattan. Ha estado un par de días conmigo haciendome compañia en el trabajo, los fines de semana son tan aburridos...

Me han contado algunas historias, una de unas gemelas coreanas que hacen la pedicura, otra de un hombre al que mato una taza de Paris. De un accidente y de dos Torres que tienes que cruzar para no acabar en un garito de striptease. Me habló de dos hermanas, una guapa y una lista, y de Chad, del bueno del Chad. Yo también le conté algunas historias algunas inventadas, otras no. Le conté lo del chico del brazo roto que encontró a su madre colgada el día de año nuevo, igual que Charlie. La de la bailarina adicta al sexo y la de aquella noche. La de las tres amigas tomando café en la planta de arriba de un bar de Krakovia mientras una habla por telefono con su novio de vivir juntos y comprar un san bernardo, y de como las dos amigas la sostenian meses más tarde en el funeral del chico.

El lunes se fué Charlie, se despidió de mí a primera hora, delante de mi jefa, le daba igual que estuviera prohibido. Volverá a verme, lo sé, a contarme historias y escuchar las mías. La proxima en Manhattan, le he pedido que lo reinvente para mí. Le he dicho que quedemos en el Strawberries Coffee. Me han contado que hacen la mejor cheese cake de Manhattan. "Imposible! Hay una camarera nueva, no recuerdo su nombre, puede que no lo sepa. Es nueva en la ciudad, peligrosamente atractiva. Puro dolor, de esas que te enamoran y te destrozan, te hacen polvo! Es de las tuyas de las que hay que haber visto demasiadas películas para poder quererla". Le he dicho que no se preocupe, que llevo pastillas antienamoramiento en el bolso, y me ha creido.

sábado, marzo 10, 2007

Premenstrual

Odio que ahora que me gusta Nueva York, Paul Auster esté por todos sitios recordándome que ahora sí quiero leerlo, ahora que tu ya no me obligas a hacerlo.

Odio echar de menos Granada. No me gusta pasear por esa calle que llevaba de tu casa a la mía, y comprobar que ha cambiado, que han construido una plaza en esa esquina, que han borrado lo que te recordaba a mí. Odio pensar que soy sólo yo la que está condenada a ti.

Odio que Bob Dylan te gustase tanto y que me descubrieras a Calamaro. Odio haberte llevado al Etnosur y haberte cocinado pasta con roquefort.

Odio que me hicieses odiar tantas películas. Odio que sea sábado y estar tumbada en la cama trazando con el dedo en mi globo del mundo los viajes que sueño, que hicimos, que otros hicieron, o que tu haces ahora, con otra, con la otra. Odio buscar esa isla de Portugal donde me hiciste feliz por unas horas y no encontrarla. Puede que no exista más que en mis recuerdos, puede que no fuese feliz en ningún momento de aquel verano.

Odio que decidieses la connotación que la palabra Erasmus tiene para mí.

Odio pasar por delante de mi primera casa y saber que ahora es tuya. Odio no hablar de ti para que dejes de existir.

Odio alegrarme cada vez que alguien está de acuerdo con lo que digo. Odio tener que acostumbrarme a poder dormir cuando quiera.

Odio que me hayas alejado de mi pandilla de lunáticos favoritos. Odio que hoy juegue el Barca, precisamente hoy. Pero sobretodo odio que sea 10 marzo.

Por cierto, Feliz Cumpleaños.