jueves, diciembre 07, 2006

La insoportable carga de los secretos

Hace unos años, cuando estaba en el instituto, fuí a una presentación de un libro de Pérez-Reverte, uno de los Alastriste, ya no recuerdo cúal, que más da. Ese día dijo dos cosas que no se me olvidaran nunca, la primera, que quién a los 18 años no es comunista es un mierda, y la segunda que cada libro es único para cada persona.

Estoy de acuerdo con las dos, sobre la primera se podría discutir durante horas, pero la segunda; la segunda es indiscutible. Cada libro es único, porque cada persona que lo lee es única. Por eso creo, que aunque mucha, muchísima gente, haya leído un mismo libro, cada uno sentirá sus personajes de forma distinta, cada un hará un juicio diferente, cada uno habrá leido un libro diferente.

Reverte contaba que su hijo, como la mayoría de los niños, no tenía el más mínimo interés por la lectura. Un día, creo recordar que estaba enfermo, le dijo a su padre que estaba aburrido, y obviamente su padre le dió un libro, "Moby Dick". Quizás fue la fiebre, pero el pequeño deboró el libro en pocos días.

Satisfecho su padre le preguntó si le había gustado. Sí, mucho-contestó-.Pobre ballena. Su padre no podía creerlo, pobre ballena???, pero que libro había leído su hijo! El libro que el leyó no hablaba de una pobre ballena, sino de un grupo de valientes e intrépidos marinos dirigidos por un capitán que busca vengarse del mostruo que lo mutiló. Un libro de aventuras de las que el propio Reverte quería ser protagonista. Pobre ballena...Reverte volvió a leer el libro, y se dió cuenta, que el libro era el mismo, lo que había cambiado era el mundo. Distintas época, distintos valores y distintas personas al fin y al cabo.

Pero a veces se me olvida todo esto, y pienso que hay cosas que son tan obvias para mí, que me parece que todo el mundo las comparte. Por eso, cuando acabé de leer el libro que marcó un antes y un después en mi vida La insoportable levedad del ser, lo primero que hice fue prestarselo a una de las personas que más quiero y que creo que comparte conmigo más ideas y visiones del mundo (aunque a veces de pena, lo semejantemente paranoicos que podamos llegar a ser). Lo leyó y me dijo que le gustó, como a mí.

Pero poco después, le recomendé a alguién el libro delante de él. Cuando nos preguntó de que iba, quede petrificada ante su explicación: (espero ser lo más fiel posible a lo que dijiste)De una pareja, el tio es muy liberal y tiene un concepto de la pareja diferente, y ella es super dependiente, no sabe vivir sin él y además no lo respeta.

Sin duda, ese no era el libro que yo había leído. El libro que yo leí, iba sobre una mujer enamorada y un hombre que decía amarla, pero le hacía daño continuamente de forma consciente.

Me dí cuenta entonces, de que la historia que yo había leído, era mi historia (salvando las distancias) y quizás por eso, la había entendido así. Me dí cuenta de que yo era Teresa, y de que aún estaba a tiempo de cambiar el final del libro. Ese final, no estaba hecho para mí.

Así que me compré unos billetes para visitar a mi amiga sandra a polonia y llegué a Praga. Andando por el puente Carlos, con la lluvía en la cara, decidí cambiar la vida de Teresa y la mía.

Y así, de vuelta, a Granada, esperando el vuelo en el aeropuerto de Londres le dí a Teresa la oportunidad de ser dueña de su vida. Desde entonces, sigo escribiendo sobre ella, sobre como le va, sobre lo que siente, sobre lo que sueña y sobre lo que hace. Se ha convertido en un personaje que me acompaña a donde quiera que vaya.

Supongo que me negué a aceptar que ese libro se acabara, sobre todo cuando me dí cuenta de que ese libro iba sobre mí. Y es que es dificil aceptar que algunas cosas se acaben, que algunas historias tengan un final ya establecido, aunque no sean más que historias inventadas.

Cada vez que acabo un libro, uno de mis libros, y digo mios, porque no todos los libros que leo llegan a ser mis libros, sólo aquellos que consiguen al acabar, que sea alguien distinto de quién leyó su primera página. Esos que consiguen escribir en mi memoria emocional o intelectual, esos libros que forman parte de tí.

Cada vez que acabo uno de ellos, es como si acabase un amor. Ningún otro me parece suficientemente bueno para sustituirlo, ninguno me llama la atención, y los que lo hacen, suelen defraudarme. Ando pensativa, imaginando las frases que me gustaría leer sobre su piel. Pero no las encuentro.

Entonces buscas, buscas, y cuando has perdido ya la esperanza, aparece en la última estantería de la librería. Así fue como encontré mi último libro, y aunque no fue amor a primera vista, mire en su interior, y su primera frase me cautivó; No quise saber pero supe.

Y ahora que ya ha terminado. Ahora que ya su historia está dentro de mí, ahora pienso, que hay cosas que es mejor no saber. No hablo de ignorancia, hablo de secretos, secretos para proteger a los demás de nosotros mismos, de otros, o incluso de ellos. Hay verdades tan horribles, que compartirlas con los demás es un acto de puro egoísmo. compartir una verdad, es compartir una carga; es hacer que el otro cargué con parte de tu peso bajo la apariencia de la confianza. Confíar el alguién es algo totalmente diferente que hacerle complice de nuestra oscuridad.

He vivido cosas que no os mereceis leer. No pienso haceros cargar con mi dolor, ni aunque muchos quieran ayudarme a soportarlo. No. Os mereceis que os hable del sol, que hoy me calienta los pies, y de la pestaña que se me acaba de caer y el deseo que he pedido al verla volar, de lo bonitas que son las olas y del ruido que hacen al chocar con las rocas. Que os hable de una película hermosa que se me ha enganchado al corazón. Una película, donde es mejor no saber que fue de él, y así pensar que un día se lo llevó una tormenta, y que por eso un día de estos aparecerá en forma de lluvía en algún lugar, como las ranas.

Este libro> también ha terminado, y con él han muerto algunas ideas, o se han transformado. Puede que una parte de nosotros muera y otra nazca continuamente, puede que mirando al horizonte, por El camino de los ingleses podamos ir a cualquier sitio. Puede que al final del verano podamos ser quién queramos ser. Unas cosas acaban y otras comienzan, pero las que de verdad importan, esas, las llevamos en el equipaje de la memoria.

Sigo inventando la vida de Teresa, desde luego, ya no tiene nada que ver con la Teresa de Kundera, ahora es mi Teresa, ahora soy yo misma.

Y mientras por aquí sigue lloviendo...





Dejemos que la lluvía llore por nosotros. Dejemos que sea ella la que juegue con nuestra tristeza. (El camino de lo ingleses).

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Tía, que va, no lo interpreté así el libro, intentaré reformular lo que pude haber dicho: "De relaciones, de una en particular en la que el tio es muy liberal y tiene un concepto de las relaciones diferente a ella (no tiene porqué tener un concepto de la pareja como tal), y ella es dependiente, no sabe/quiere vivir sin él." Y lo de que no lo respeta no, si además Teresa sabe que Tomás es así, más curioso y caliente que el rabo de un cazo! jeje
Besos con sabor a Barcelona!

lapayasalunera dijo...

bueno, quizás entendiera lo que quería o necesitaba entenerder, no sé. Pero creo q a ti Tomás te cae un pokito mejor q a mí, xq yo creo q habria q matarlo lenta y dolorosamente...jaja
mil besos wapo!
barcelona coming soon!

Anónimo dijo...

Mañanaaaaaaa! Qué alegría que vengas!
Tomás me cae bien, la verdad, y Teresa también, todos tenemos un poquito de cada uno, no?

Anónimo dijo...

hola...me pasa algo parecido a lo que a ti con los libros...
el otro día me compré una paraguas increíble y me acordé de ti, de tu paraguas roto, de la historia que escribiste...
te guardé en mis favoritos por tu localización...
yo, de sal, viviendo en granada, con parada en sevilla, me identifiqué con esa amplia definición de lugar.
leeré tu libro, a ver si se vuelve mío.
besos.

lapayasalunera dijo...

cuando uno vive a saltos entre varias ciudades tan vivas y tan hermosas, es dificil definir de donde eres, al menos eso me ocurre a mí.
Ojala La insoportable levedad del ser te llegue tan adentro como a mí.

Quizás nos crucemos por granada, cada una con su paragüas, riendo bajo la lluvía.

Un beso

Anónimo dijo...

Pero los secretos compartidos, esa "pequeña oscuridad" que se nos queda pegada a la piel, a veces sí que me parecen más livianos compartirlos. Como si al pronunciar las palabras exactas del dolor y del sufrimiento,ésas que tantas veces te torturaron sola, abrazada a tu osito de peluche en un rincón, se convirtieran en algo más ligero, más distante. Como si el chocar de la idea, del recuerdo amargo, con el viento, pusiera una distancia y te acercara los ojos de comprensión y las caricias de la otra persona.
No hay porque´no contar los secretos sangrientos, lo único que hace falta es encontrar a la persona adecuada para escucharlos.

¿Es ese tu paraguas verde? Me encanta!!!

fdo. secretBel

Anónimo dijo...

Pero los secretos compartidos, esa "pequeña oscuridad" que se nos queda pegada a la piel, a veces sí que me parecen más livianos compartirlos. Como si al pronunciar las palabras exactas del dolor y del sufrimiento,ésas que tantas veces te torturaron sola, abrazada a tu osito de peluche en un rincón, se convirtieran en algo más ligero, más distante. Como si el chocar de la idea, del recuerdo amargo, con el viento, pusiera una distancia y te acercara los ojos de comprensión y las caricias de la otra persona.
No hay porque´no contar los secretos sangrientos, lo único que hace falta es encontrar a la persona adecuada para escucharlos.

¿Es ese tu paraguas verde? Me encanta!!!

fdo. secretBel

Anónimo dijo...

A mi me dijeron que la insoportable levedad del ser es un libro de transmisión sexual y sólo lo debes leer si te lo regala la persona acertada. Supongo que aún no ha llegado el momento.

Don Arturo es demasiado extremista pero tiene razón, al menos, en lo segundo. Por eso las películas nos gustan tan poco después de haber leído el libro. Por que no son nuestra historia, no son nuestro son libro. Son de otro.

Te robo el camino de los ingleses, la tenía pendiente y ahora con otro motivo más.

Besines robados.

p.d.: Pues a mi no me gustan los paraguas.

belga_seg dijo...

complicidad ;)... la palabra es complicidad...

sobre lo mucho que pesan los secretos... buff mejor no digo nada... que tengo uno que me aplasta por la mañana, por la tarde y por la noche..
besos ;)!

Anónimo dijo...

Siempre he pensado como tú: la oscuridad debe quedarse en el interior, nadie que esté a tu lado merece oir lo que nunca llegará a sentir como tú, porque al fin y al cabo...el dolor no es más que tuyo. Sin embargo, esta carga impide mostrarte tal y como eres, este interior tenebroso te impide disfrutar de cada instante como debieras...elenita las personas no somos, estamos...con nuestros buenos y nuestros malos momentos y, a veces, no se necesitan palabras...la oscuridad se manifiesta de maneras diferentes y los que te rodean lo saben aunque no lo estropeen con palabras (que no siempre son necesarias)

1 beso guapa

Anónimo dijo...

Un secreto, sea cual sea la magnitud del mismo, es una carga demasiado pesada para una sola persona, por muy fuerte que ésta sea, al compartirlo con la persona adecuada, te ayuda a liberarte de parte de tu carga, te permite mirarlo desde otro punto de vista (igual que lo que comentas de los libros) y a buscar otras posibles soluciones...

"Hazme siempre cómplice en tu oscuridad, porque será cuando más necesites que te ilumine con mi luz"

Fdo: "MAFI"