lunes, enero 14, 2008

bla bla bla...en fin, literatura

Se subestiman las palabras. Las pseudo-escritoras adictas a las historias gris-humo-de-gran-ciudad-cosmopolita lo reducimos todo a los conjuntos de letras con significado, en la mayoría de los casos oculto entre los reglones. No nos importa que sean escritas o escuchadas, leídas o improvisadas. Nos encantan las que aparecen pintadas con spray azul en las paredes en ruinas, las frases lapidarias de las películas de Tarantino o Medem y las que escritas en un libro son leídas en voz alta y soñolienta en un parque soleado. Las escribimos en los márgenes de los libros que nos gustan, tras las fotos en blanco y negro. Soñamos con tener a quien dejarle una nota con lápiz de labios rojo en el espejo. Nos enamoramos de los que saben que palabras decir y escribir en cada momento, y nos hacemos con ellas un antifaz de terciopelo negro para los ojos.


Cometemos el terrible error de pensar que no lo son todo. Que lo que no se dice o se escribe no existe. No nos damos cuenta de que no son siempre la herramienta más adecuada. A veces hay que dejar de pensar en ellas, cerrar los ojos para no leer lo que hay en ellos escrito, y encontrar el significado allí donde sobran las palabras.

2 comentarios:

Juanma dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juanma dijo...

Si las palabras lo son todo, debe ser que las cosas más importantes no se escriben.
Y si no lo son, debe ser que las cosas que no se escriben... no son importantes.
;)